Dicen que el camino es largo
que hay que dormir en el suelo
y yo digo que el camino
hace buenos rocieros...
Hace falta una señal que de la voz de alarma, que empuje al éxodo masivo, y el alegre tronar de los cohetes, el repiqueteo de las campanas, el aviso del Hermano Mayor al carretero... nos obligan a iniciar la marcha. Bonares comienza así su salida hacia la tierra prometida.
¡Qué tendrán los pinos
y el polvo de las veredas
y el andar del peregrino
que todo se vuelve cielo
cuando se hace camino!
Por Ella caminamos. No importa la arena, ni el calor sofocante, ni el polvo que ahoga nuestra garganta y dificulta nuestro respirar porque en ese calvario se encuentra nuestra recompensa: al final del día, verla.
Dios nos dejó en la marisma
a ese lucero encendio
pa gozar la gloria misma
en la aldea del Rocío.
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